Nos despedimos de Děčín y de la Suiza bohemia con la emoción de encontrarnos con su prima hermana, la Suiza sajona, esa con la que tiene cosas en común, el paisaje, principalmente, pero que es un poquito más organizada…
No podía haber una despedida de la República Checa sin sorpresa y es que cuando íbamos tan entretenidos rodando a orillas del Elba, un local nos echó el alto para avisarnos de que la vía verde estaba cortada y debíamos desviarnos, no sabemos muy bien por dónde. Anduvimos un buen rato indecisos sin saber qué hacer, pero al ver dos ciclistas de avanzada edad que venían de la supuesta zona en obras, lo vimos claro, queríamos seguir ciclando paralelos al río.
Como diría un miembro del equipo pekebiker, la estampa resultaba un poquito kafkiana, ahí estábamos nosotros, plantados enfrente de una excavadora con las bicis, los carritos, los niños… y ante la atónita mirada de su espatarrado conductor y del resto de obreros, intentamos abrirnos paso.
No podríamos haber tomado mejor decisión, porque de lo contrario, nos hubiéramos perdido la bonita imagen de Hresko desde el otro lado del río, flanqueada por esas curiosas y caprichosas montañas de arenisca.
Bye, bye Chequia, gracias por tu capacidad de sorprendernos.
Seguimos pedaleando a orillas del Elba, el paisaje sigue siendo el mismo, aunque no nos cansamos de las montañas verde fosforito, ortigas XXL, casitas desperdigadas… La diferencia más notable es que empezamos a cruzarnos con más ciclistas y se respira otro ambientillo, un aire más veraniego y vacacional.
Pronto nos plantamos a la altura de Bad Schandau, y dado que nos habíamos pasado el ferry que cruza a la otra orilla, tuvimos que buscar una alternativa para poder visitar esta ciudad balneario de la Suiza sajona, y que encontramos más adelante en forma de puente. Allí montamos nuestro picnic, aprovechando unos columpios estupendos que hay cerca del restaurante toscana, donde después nos tomamos unas cervezas y helados, con el consiguiente incremento de precio.
Cuando reanudamos la marcha, tuvimos opción de seguir por el margen derecho del río, así que, tiramos millas hasta Königstein, donde nos topamos, de frente, con su imponente fortaleza, la bastilla sajona, emplazada en lo alto de una montaña a 240 metros sobre el Elba; ahí estaba, ante nosotros, una de las atracciones turísticas más importantes de Sajonia junto con bastei, el famoso puente sobre las montañas de arenisca.
Aquí nos vimos obligados a cruzar de nuevo el Elba, esta vez en barco, para continuar hacia nuestro alojamiento en Stadt Wehlen, uno que nos generaba bastante incertidumbre por parecer un tanto alternativo, y mira que somos gente de albergues y refugios… Para llegar al pueblo tuvimos que cruzar, una vez más, el río, esto de coger tanto barquito fue la diversión de lo más pekes.
El airb&b estaba en lo alto del pueblo, algo que, en un primer momento y después de 45 km en nuestras maltrechas piernas, nos supo a cuerno quemado, pero fue coger nuestra calle y entrar en una dimensión artística y de creatividad que nos dejó obnubilados.
Llegamos a la casa, nos recibió Christopher, un inglés que en los 80 decidió mudarse a Dresden para estudiar arte, se enamoró de una alemana y decidió quedarse, adquiriendo un casoplón por 4 duros, y es que parece que, durante la reunificación, la vivienda en estos pueblines era bastante económica. Nos fue distribuyendo entre las habitaciones mientras nos hablaba de cómo había elegido la decoración junto a su hija, a la par que nos hacía entrega de un burruño arrugado que parecía ser las sábanas, sin ningún parentesco entre el almohadón, la bajera y la funda de edredón, kafkiano. La casa pedía a gritos ser reformada, y entrar en el baño era toda una experiencia, pero bien es verdad que, después del shock inicial, fuimos cogiéndole el gusto y disfrutando de su encanto, ese de pasear entre pasillos llenos de cuadros apilados con personajes que te saludan a su paso, el de contemplar a una contradictoria estatua de la libertad con látigo, o lámparas que alumbran ventanas, y ese particular rinconcito dedicado a la Unión Soviética, donde una salchicha se debate entre ser obra de arte o una simple bratwurst petrificada…
El patio nos vio entrar, alojó a nuestras bicicletas e hizo las delicias de los pekes, que con tanto arte flotando en el ambiente sintieron la necesidad de dejarse fluir entre lapiceros de colores y lienzos en blanco. El “chiringuito”, al otro lado de la casa, nos enamoró a los mayores, con desayunos, y alguna cena, con sabor a Elba.
Este fue nuestro campamento base durante varios días, y es que, la Suiza sajona, junto con la bohemia, eran los highlight de la ruta. Fueron varios los planes que hicimos para disfrutar del entorno, pero, los que triunfaron entre los pekes fueron: la visita al parque en miniatura «Die Kleine Sächsische Schweiz«, al que fuimos andando desde nuestro caserón y en el que hay réplicas de todo lo más característico de la Suiza sajona, incluido su peculiar paisaje, y que admiramos, a horcajadas, subidos a un curioso minitren. Otro plan, para desentumecer un poco el cuerpo de tanta bici y miticar el calor bochornoso que pasamos por estos lares, fue hacer una incursión en la piscina que hay en frente de Stadt Wehlen, con toboganes que te catapultan a un agua, gélida donde las haya.
Una vez tuvimos a las criaturas calmadas, era hora de satisfacer las curiosidad de los adultos, así que, enfilamos hacia Bastei, el famoso puente que, a unos 194 metros sobre el Elba, conecta diversas montañas de arenisca, y desde el que se tienen espectaculares vistas del parque nacional. Bastei significa bastión, y es que, sus imponentes rocas, estaban incluidas en el antiguo anillo defensivo alrededor del castillo de Neurathen; hoy solo podrás ver una maqueta que se encuentra dentro del recinto turístico. A Bastei se accede desde el pueblo de Rathen, al que a su vez se puede llegar en barco de vapor desde la capital sajona, Dresden. Nosotros lo haríamos en bici desde Stadt Wehlen por una carreterilla con poco tráfico que une ambos dos pueblos, y entre una naturaleza de lo más agradable. Una vez en Rathen cogimos una furgoneta-taxi que nos subió hasta Bastei y después de regodearnos con tan idílica estampa, y de comernos unas salchichen de esas como la del riconcito soviético del amigo inglés, decidimos regresar a Rathen a pata por el camino conocido como Schwedenlöcher o camino del sueco, una bajada bastante pronunciada con incontables escalones, que salvamos a base de saltos y cuentos caseros entreteniños… Os lo recomendamos encarecidamente, este camino es, simplemente, espectacular.
La Suiza sajona es un paraíso para los amantes de la naturaleza, la escalada y el senderismo, pero también lo fue para pintores en busca de inspiración, de hecho, existe un recorrido, llamado malerweg o camino del pintor que, durante 8 etapas y de forma circular, recorre 112 km de este parque nacional, uno de los trekkings más pintorescos y pictóricos de Alemania, ya que cuenta con paneles informativos de pinturas históricas que se ubican en los mismos emplazamientos en los que fueron creados, para que nos hagamos a la idea de la importancia de esta región en términos de su historia del arte.
A Hohnstein y Königstein no tuvimos tiempo de ir, pero bien merecen una visita.
Iba siendo hora de continuar, muy a nuestro pesar, esta ruta de cicloturismo entre la República Checa y Alemania, para terminar en Dresden, o bueno, terminar de rodar, porque de Dresden cogeríamos un tren a la cosmopolita y vibrante Berlín.
Nos quedaban por delante los últimos 38 km de ruta, y después de pasar la ciudad de Pirna, donde aprovechamos para hacer algunas compras, entre ellas, unos molinillos con los que los pekes fueron la mar de entretenidos dentro de los carritos, y un pastel, para celebrar el cumpleaños de la mamabiker Laura, nos deleitamos con barcos de vapor que nos traían a la mente a Tom Sawyer y sus aventuras. Después, nuestras miradas se dirigían a todos los casoplones que anunciaban que nos aproximábamos a una gran ciudad, la que hubo de resurgir de sus cenizas después de los bombardeos de la segunda guerra mundial, de los que huyó, en el último tren, la abuela de un integrante del grupo pekebiker, ahí es nada…
Los tracks de estas dos etapas los encontraréis aquí: Děčín-Stadt Wehlen y Stadt Wehlen-Dresden
Una vez más, mi enhorabuena por vuestros reportajes de las pekerutas que os marcais por Europa.
Una pregunta: ¿Viajasteis hasta allí en avión y llevasteis las bicis/carritos on vosotros o los alquilasteis allí? Según tratan las bicis en las líneas aéreas…es un riesgo lo de facturar bici.
Un saludo
Hola Beatriz! Gracias por tu comentario 🙂 Nos alegramos de que te gusten nuestros relatos. Pues normalmente llevamos los carritos con nosotros y alquilamos allí las bicis ya que vamos en avión. Allí los alquileres de bicis son económicos y así no tienes que andar llevando las bicis, esto facilita la logística. Por otra parte el carrito te lo dejan llevar hasta la puerta del avión como un carrito doble normal así que perfecto 🙂
Muchas gracias por compartir vuestras experiencias! He llegado hasta aquí buscando información de esta ruta, pero me ha encantado también la de Austria a Italia. Nosotros vivimos en Austria y no tenemos niños. Ojala algún día como vosotros toda la tropa junta!! Muchas gracias por las descripciones son super últiles. Un saludo y a seguir rodando!
Gracias Ana!a ver por cual os decidís. Si encontráis alguna otra ruta interesante y sequible por Austria, hacednoslo saber para futuros viajes…